La señora del cojín: Este nombre se lo he puesto yo, pues la verdad es que nunca he sabido su nombre de pila.
La he visto infinidad de veces en la iglesia, por la calle haciendo recados o paseando por el barrio.
Un día yo iba al "Súper" y la vi sentada en un banco en la rambla comiéndose un pieza de fruta. Aunque no habíamos hablado nunca nos conocíamos, entonces la saludé y ella se puso muy contenta. Aquel día me dijo que estaba de médicos porque tenía una dolencia ya que era muy mayor, yo un poco indiscreta le pregunté que edad tenía pues no me parecía tan mayor, se echó las manos a la cabeza para decírmelo y, la verdad es que me sorprendió porque tenía once menos que yo.
Todos los domingos a la hora de la misa, nos veíamos. Ella nunca se está quieta, tan pronto la vemos en un banco en primera fila, como en el último, muchas veces no para de dar vueltas de un sitio para otro.
Un día apareció con un brazo en cabestrillo, lo llevaba escayolado, nos dijo que se había caído, ha estado lo menos tres meses así, me pareció que la pobre tenía mala suerte.
Últimamente venía a la iglesia con un cojín en una bolsa, llegaba, sacaba su cojín lo ponía en el banco y se sentaba, pues al ser los bancos de madera seguro que le parecían incómodos.
Un día llegó sin su amado cojín y me preguntó si sabía donde había un cojín porque le dolía mucho la espalda, la verdad es que se le notaba que no se encontraba bien.
Yo no la podía ayudar pero se acercó al diácono que estaba cerca y le pidió uno. Luis, que así se llama nuestro diácono, ni corto ni perezoso se fue hacia el altar mayor, cogió un cojín de terciopelo color granate, de los que hay en los asientos destinados a las autoridades eclesiásticas y se lo puso en el banco, le dijo:-Siempre que lo necesites, me lo pides...Olé! Luis, pensé yo.
Uno de esos domingos que no paraba de dar vueltas por la iglesia le pregunté que como se encontraba, me dijo que estaba muy "pachucha", que le estaban dando diálisis dos veces a la semana, que lo pasaba muy mal y que estaba sola...me ofrecí a acompañarla pero me dijo que en el hospital no dejaban entrar a nadie ya que eran sesiones de cuatro horas...
Hace lo menos dos meses que la he echado de menos y como no sabía a quien preguntar, lo hice al diácono. Ayer domingo ,me acerqué a Luis y le dije:- Luis, echo de menos a la señora del cojín...el me contestó:. Ha fallecido.
Nadie se puede imaginar como me quedé...Amiga mía, no se tu nombre, pero te sigo viendo dando vueltas por nuestra parroquia o sentada en algún banco cuando voy camino del "Súper"
La vida es así, mal que nos pese.
ResponderEliminarHoy estamos, mañana no sabemos...
Besos, buena semana
La vida es así mi querida Verónica.
EliminarUn fuete beso
Lo penoso del asunto es si la pobre señora murió sola........es muy triste la soledad no deseada y por lo que he leído me ha dado la impresión de que la Señora del cojín se sentía sola.Besicos
ResponderEliminarNo solamente se sentía, si no que estaba sola.
EliminarUn beso Charo
Hay personas que pasan por la vida silenciosamente, se ven pero no se sienten y se van de un momento a otro, es muy triste tu relato.
ResponderEliminarGracias por visitarme,
Abrazos.
Siento que haya sido un poco triste, pero es la pura realidad.
EliminarUn abrazo Rafael
Ma de los Angeles, como siempre nos sorprendés con relatos como este, tu diario vivir es muy valioso y entretenido para nosotros, un abrazo y un recuerdo para tu señora del cojín (acá lo llamamos almohadón)
ResponderEliminarMe alegro mucho haceros un ratito de compañía, así nos encontramos todos menos solos.
EliminarUn abrazo María Cristina
¡Hola, María!!!
ResponderEliminarNos dejas un relato un tanto triste, pero es así esta vida, aun que no para todos... a Dios gracias damos; los que tenemos alguien a nuestro alrededor, aunque esto no quiere decir que mañana uno se encuentre solo sin desearlo.
Ha sido un placer visitarte aunque ojalá fuera un relato más alegre, pero en esta vida hay mucho de lo que hoy nos dejas. Mucha soledad.
Te dejo mi gratitud y mi estima.
Un beso y se muy muy feliz.
Te prometo que voy a estrujar mi cerebro a ver si encuentro cosas más alegres, pero hay momentos que tenemos que contar las cosas como son.
EliminarYo también te deseo lo mejor Marina.
Un beso
Hoy tu relato es un poco triste, pero la vida es así , hay momentos para el humor y otros para la tristeza.
ResponderEliminarMe apena pensar en la soledad de esta sra. La vida debe ser muy triste sin tener amor cerca.
Una entrada muy interesante como todas las que siempre haces.
Saludos cariñosos desde Catalunya.
Roser
Hola Roser, gracias por visitarme y por lo que me dices. Nosotros a través de nuestras pequeñas "tertulias" nos encontramos menos solos.
EliminarUn fuerte abrazo
Gracias por llegar a mi blog. Me has dado la oportunidad de conocer tus historias.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha encantado visitarte y lo volveré a hacer. Yo también te doy las gracias por tu visita.
EliminarUn saludo Kety