Hace unos días se me rompió la cafetera, bueno la cafeterita, se trataba de una pequeñita que solo la uso para hacer mi desayuno, era, digo era porque "murió", se me cayó al suelo y ¡zas! el asa se partió. Bueno el caso es que me fui a comprar otra, porque aunque tengo una más grande, no era cosa de hacer tanta cantidad y luego no tomarla, ya que me gusta recién hecho.
Me voy a una tienda de esas de barrio en la cual encuentras de todo, conozco al dueño hace lo menos 25 años, es tan "joven" como yo. A mi me jubilaron, pero este hombre no se jubila ni a la de tres. Bueno el caso es que compré una cafetera y me fui a casa. Al día siguiente cuando me dispongo a preparar el desayuno...resulta que no puedo abrir la cafetera, `por más fuerza que hacía nada, no se desenroscaba. Cojo el guante de cocina por ver si es que se me escurre, nada. El caso es que como estoy sola en casa y no tengo quien lo intente, cojo la grande y me hago el café.
Cuando viene mi hijo y se lo cuento, el haciéndose el fuertote, coge la cafetera y...nada, ni por esas. El muy gracioso me dice:-Ya te han timado, la puedes tirar.
¿Como la voy a tirar?, Mañana mismo voy a devolverla...y fui.
Cuando entro en la pequeña tienda, digo pequeña porque no hay quien entre, el local no es muy grande pero es que está lleno hasta el techo, hay de todo lo que le pidas: una plancha, bombillas, hules, tornillos, vasos, etc.etc.etc...y cafeteras.
Cuando le cuento el rollo de que no he podido usarla porque no hay quien la abra, se echa a reír, coge la dichosa cafetera (que por cierto, es de marca), Monix, trata de desenroscarla de mil maneras...nada, me dice que coja yo de un lado mientras el le da vueltas al contrario, le digo que es imposible ya que yo no tengo tantas fuerzas, el sigue en sus trece, nada. Entra una señora y cuando ve el panorama, se interesa y entonces el buen hombre la dice que haga el favor de abrirnos la cafetera. Yo ya no sabía si llorar o reír, hice esto último, reír.
Yo a lo mejor lo cuento mal, pero aquello era para reír a carcajadas viendo a este hombre tratando de abrir la cafetera, le daba golpes al asa, cogía un punzón y sacudía la parte de arriba, luego la parte de abajo y yo no paraba de reír y la otra señora igual. Ya por fin le digo: - Mira, mándala a la casa y que te la cambien por otra, yo no me la llevo, pues mi hijo con 35 años no ha sido capaz de abrirla.
Se mete entre todos los artículos que tiene por medio y al cabo de un rato sale con una cafetera que a la primera se abre, la cojo y le digo:- Gracias. Salgo de la tienda y me voy rápidamente sin mirar atrás. Pienso que que este hombre es capaz de llamarme, por lo tanto, he puesto pies en polvorosa como Tin-Tin y me he ido a mi casa. Cuando se lo he contado a mi hijo el trajín de la cafetera, me ha dicho que soy una exajerada. ¡Ja!
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ResponderEliminarSiempre tengo que decir ¡gracias!
ResponderEliminarEsta vez, por haberme hecho reir.
Me imaginaba los pasajes que narrabas y no sabes como me ha hecho de gracia.
No hay nada que lo bueno y divertido esta en las cosas mas simples de la vida.
No se, pero derrepente estaba encantada...
Un beso grande.
Si, claro que me reí mucho. Era realmente pertinaz el hombre ese; todo narrador adquiere bastantes gestos de exagerador. Y los lectores lo disfrutamos de sobremanera.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, gracias por el momento.
Vaya, yo también uso una cafetera pequeñita para mí sola, aunque tengo de todos los tamaños.
ResponderEliminarMe he imaginado a ese hombre intentando abrir la dichosa cafetera, seguro que te la quería endiñar a toda costa. Hiciste bien saliendo por pies con tu nueva cafetera.
Un beso Gata.