Ya he visto que os ha gustado mi entrada "La Cafetera", me alegro haberos sacado una sonrisa en estos tiempos que corren. Prepararos para esta que es, espeluznante:
Hoy como todos los viernes, después de ir a la Basílica de Medinaceli, acompañada por mi amiga Engracia y antes de comer, hemos pensado ir a un museo. Engracia que está muy puesta en estas cosas, dice de ir al Museo Antropológico, yo le digo que a ese museo no voy ni atada, ella me pregunta por qué y, le digo que me da repelús además estábamos en la puerta del Museo del Prado. Total que empezamos con un tira y afloja, que yo al del Prado, que ella al Antropológico al final...no hemos ido a ninguno de los dos después de contarle el por que yo no quería ir, este es el motivo:
Pedro Gonzalez de Velasco ( empieza siendo Pedro y al final de la historia será D. Pedro), como decía, este señor, nació en un pequeño pueblo de Segovia llamado Valseca en 1815 hijo de padres labradores.
Desde muy pequeño se vio obligado a ayudar a su familia. Marcho a Segovia donde sirvió de soldado. A la muerte de sus padres decide trasladarse a Madrid.
Tras años de estudio logra el título de practicante y 5 años más tarde el de cirujano.
Con el correr de los años, ya que era muy estudioso, llegó a ser Catedrático de la Facultad de Medicina. Pronto la fortuna le sonrió y comenzó a ganar dinerito que dedicó a ampliar sus estudios y a coleccionar piezas de antropología o etnografía. Tal llegó a ser su colección que decidió edificar un palacete a modo de templo del saber. Se inauguró el edificio en 1875 en presencia del rey Alfonso XII. A la muerte de su propietario el edificio fue cedido al Estado.
Hasta aquí la historia de un gran hombre que fue reconocido y admirado. Lo que sigue es mezcla de verdad y leyenda.
Dice la leyenda que la única hija del D. Velasco, siendo muy joven enfermó y los médicos poco pudieron hacer por ella y murió al poco tiempo. Tanta fue la tristeza de su padre y la impotencia por no haber podido salvar su vida que pide y obtiene un permiso en base a su prestigio como científico, para embalsamar a su hija y retener el cadáver en su domicilio. En todo el proceso de embalsamamiento es ayudado por el Doctor Muñoz al parecer, prometido de la difunta.
A las pocas semanas del fallecimiento, comienza a correrse por Madrid la noticia que el Doctor Velasco y su ayudante sientan a su mesa el cádaver de su hija, como si de un vivo se tratara, hablando con ella. Algunos llegan a decir que han vestido a la difunta de novia, o que la cambian de ropa varias veces.
Los rumores van corriendo cada vez más, algunos afirman que al atardecer el D. Velasco saca a su hija en el coche de caballos y la sienta enfrente de él, al lado de la ventanilla.
La leyenda crece y un cierto temor se va apoderando de los madrileños, que no se atreven a pasar delante de la casa del doctor o por sus cercanías. Algunos periódicos se hacen eco del rumor y en los cafés y mentideros de Madrid no se habla de otra cosa.
El escritor aragonés Ramón J. Sender escribió muchos años después:
"La verdad parece ser que el D. Velasco embalsamó a su hija y que su cádaver permaneció en su casa hasta la muerte del doctor. Momificado, pasó a la Facultad de Medicina donde se conserva hoy día.".
Sin duda las dos pasiones del doctor Velasco fueron, el amor a su hija y la creación de su Museo Antropológico.
Todo esto es la realidad y un poco de leyenda, pero yo me he enterado por otras fuentes, que el cádaver de esta criatura está en el Museo Antropológico y una servidora no va allí ni por todo el oro del mundo...vamos, que no voy.
Después de contarle esto a Engracia sentadas en un banco del paseo del Prado de mi querido Madrid, con un frio que hacía hoy, que se nos ha quedado el culete tan frío como una barra de hielo, ya no hemos tenido más remedio que ir al restaurante a comer. Hemos comido: Brochetas de langostinos acompañadp con una salsita y zanahoria hilada, de segundo: marrano muerto asado con verduras y de postre una rica tarta de frutas, a esta hora de la tarde tengo un ardor de estómago...
Je, bueno más allá del ardor estomacal todo acabó en una linda comida,
ResponderEliminarQue fijación por los cuerpos la de ese doctor, la taxidermia puede ser una fotografía en tres dimensiones (con un proceso lleno de implicancias profundamente grotescas)... siendo sincero, yo tampoco hubiese ido al museo,
Un fuerte abrazo.
Juan, me alegra que estés de acuerdo conmigo respecto a no querer ver esas cosas, para mi, desagradables, ya no soy yo sola la que siente ese cierto respeto por las cosas muertas.
EliminarRecibe mi abrazo
Estimada Neoabuela:
ResponderEliminar¿Cómo se encuentra, amén del ocasional ardor de estómago?
Me da mucha alegría encontrarme con historias de esta naturaleza que, a diferencia de sus recelos (muy comprensibles), me invitan a indagar esos antiguos sucesos de cerca; y más, en un museo tan grotesco como la ciudad que lo acoge, el Madrid de nuestro inestimable Valle-Inclán. "¡Brindemos con calaveras y tibias!", decían algunos poetas románticos... En fin, señora María Ángeles, un abrazo muy fuerte.
Atentamente,
Ángel.
Apreciado Ángel, no me trates con tanta ceremonia, quiero que hables conmigo de tu a tu. Me alegra que me sigas leyendo. El ardor de estómago pasó en cuanto me tomé una pastilla de Almax.
EliminarTe mando un beso muy fuerte.
"Gata"
ResponderEliminarCoincido plena y totalmente contigo. Los muertos y demas retorcimientos, estan bien para los estudiosos, pero para los que aun andamos...Me parece "plato de mal gusto"
Hay cosas tan hermosas para ver, que estar mirando cadaveres.
Copn todo el respeto del mundo por quienes hacen de eso una profesion, que gracias a ella, sabemos cada dia mas.
Provecho por el atracon y como siempre: I N V I T A.
Un beso
Me alegro de que coincidas conmigo en lo referente al museo.
ResponderEliminarCuando tu quieras estás invitado, además, soy muy buena cocinera.
Un beso
Gracias Mª del Carmen, como siempre da gusto leer tus sentimientos, eres maravillosa.
ResponderEliminarGracias por tu paso por casa y acompañarme en el paseo por Culleredo. Me ha gustado mucho tu visita al museo antropológico. Yo he estado más de una vez pero no he visto el cadáver,igual
ResponderEliminarlo tienen escondido en el sótano:-)
Bss, nos leemos
Como ya sabes no llegué a ir. Creo que lo tienen en la Facultad de Medicina.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Un beso