¡En que lío me he metido! Todo sin proponérmelo.
Había quedado con una amiga para ir a comprar un paraguas al Corte Inglés. Quedamos en la estación de metro de Callao pues a las dos nos viene bien. Ya he visto, desde el principio, mas gente de la normal, pues como no era hora punta en esta estación rara vez hay aglomeración.
Yo salía de la linea 5, mi amiga...no se de cual, pero venía de Príncipe Pío. Como no la localizaba y siempre llega tarde a las citas...por lo menos a las mías, cojo el móvil y la llamo. Me contesta:- Estoy en la calle, tu no salgas que hay jaleo, esta la policía y no me deja entrar. yo le contesto :-¿Que no voy a salir? Ahora mismo voy, tu esperame donde siempre.
Yo muy chulita y muy decidida y muy cabreada intento ir hacia la salida y, cuando llego, veo un tropel de gente intentando saltarse los tornos o controles o como se llamen, esos donde metes el billete para entrar y salir. Saltaban como gamos, se subían encima, pateaban dichos artefactos, a todo esto lógicamente la policía trataba de impedirlo.
Yo, que quería salir.
El, que quería entrar sin pagar, al grito de ¡¡¡yo, no, pago!!!
Los dos nos encontramos, uno que salía y otro que entraba y...ambos fuimos al santo suelo por el impulso que llevaba el muy ganso.
Yo empecé a gritar como una posesa y en ese momento la que se armó no es para contarlo.
Gritos, unos a favor y otros en contra, como ocurre siempre.
Unos decían, ¡Pobre señora!
Otros, ¡Que se hubiera quedado en casa!
Un policía en seguida fue hacia mi, momento que aprovechó el zángano que me tiró para poner pies en polvorosa y meterse en tren que llegaba en ese momento y de este...nunca más se supo.
El jolgorio no terminó ahí, no.
Me querían llevar a un hospital y yo me negaba.
Claro que como me veía tan mimada por los agentes de policía...me estaba poniendo un poco tontita. En un momento oigo que dice alguien. ¡Conchita!
La tal Conchita era una policía, además guapísima.
Acompañe a la señora en el coche a donde ella quiera. Conchita hizo caso rápidamente, me tomo del brazo y me apartó a un lado para preguntarme a donde me llevaba, yo le dijo muy bajito:
-Mire hijita, no se preocupe, me encuentro bien solo quiero salir de este jaleo pues me está esperando mi amiga Rufina en la calle. Después de un tira y afloja con esa policía tan guapa (me hubiera gustado que la viera mi hijo), decide llevarme con mi amiga, esta, cuando me ve salir del brazo de una mujer policía...¡Zas! del susto va y se desmaya. Al final si hemos ido al hospital pues Rufina no se despertó durante todo el trayecto. Yo gracias a Dios no tengo más que un pequeño dolorcillo en un hombro, pero nada más.
Este lío lo han horganizado unos que se dicen indignados, no quieren pagar en los transportes públicos pero no les importa, o mejor dicho, les gusta pagar en las discotecas, en el cine y donde tengan diversión.
Voy a llamar por teléfono a mi amiga, haber como se encuentra, pues ninguna de las dos hemos contado el percance a nuestros hijos.
Señora Mª Ángeles, le mando un sincero abrazo y el deseo de que todo haya quedado en una anécdota que siga enriqueciendo su ideario personal.
ResponderEliminarAtento,
Ángel.
Gracias Ángel, todo ha sido un pequeño percance no hay mayores consecuencias, gracias por visitarme.
EliminarUn beso
¡Madre mía, Mª Ángeles! menudo follón, y todo por un paraguas, jajajaja... Total, si ya no llueve.
ResponderEliminarLa próxima vez hazle caso a tu amiga.
Un beso con mi deseo de que ese dolor en el hombro se vaya pasando.
Para que luego salga el sol...ainssssss espero estés bien!!
ResponderEliminarAmylois, todo ha sido un pequeño susto pero es que yo soy una escandalosa. ¡Anda que si me oyes chillar, jajajaja.
EliminarUn beso preciosa
si por un paraguas se arma tremendo embrollo, no quiero ni imaginarme, que pasaria si se te da por comprarte un auto.
ResponderEliminarMenos mal que estas bien y no ha sido mas que un buen jaleo y de los buenos.
Un beso.
ResponderEliminarNo soy un poeta,
soy un principiante
de palabras rimadas y pensadas
para no herir los sentimientos
de quienes las lean cuando se acercan
cual inexperta mariposa
a besar el aroma de los acantilados.
Cada día se vive un verso diferente,
motivo de sobra ilustrado
para continuar el camino
con la vista fija en el horizonte,
apoyado en la esperanza y el sosiego
no permitiendo el retroceso
al más endeble de los pensamientos.
Un beso de amor y ternura
María del Carmen
Me entusiasmo cada vez que veo un escrito tuyo en mi blog. Un beso
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